Reflexiones de una madre…

COVID
Holaaa, buenos días amores, vamos chicos o llegaremos tarde. Vamos a empezar el día con buen pie, venga amoretes. Voy a vestirme, tenéis el desayuno en la mesa, vamos chicos.

Pero bueno Carlitos, venga que así no llegamos, levántate, corre. Marieta venga, que si te levantas antes pero no adelantas en el desayuno… vamos, vamos…
¿La ropa?, en el armario claro, ¿dónde va a estar?
El almuerzo, recordad coger el almuerzo y el agua y todo a la mochila amores, lo tenéis preparado en la entrada, venga, no os entretengáis…
¡Los dientes! ¿os estáis lavando los dientes?… Muy bien, muy bien. Sois unos campeones, pero venga amores, venga que si no la mami no puede aparcar bien el coche y llegaríamos tarde. Venga, corred, corred…
Ale, cinturones, ¡no os olvidéis! A ver Marieta repasamos la tabla del tres, tres por cero, cero; tres por una, tres …. Carlitos te lo sabes todo, por favor no tengas prisa en contestar el examen, lee bien – Uy, pero bueno y este hombre se salta el ceda el paso y ala- bueno, pues eso, que leas todo y acuérdate, primero los paréntesis y luego si no hay paréntesis, primero multiplicas…
¡Mira un sitio! Si es que tenemos un montón de suerte, siempre os lo digo; ale, coche aparcado. Vamos chicos, vamos, no lleguéis tarde, nos vemos a esta tarde a la salida. Que tengáis buen día, eh eh eh el beso… Me voy corriendo que, si no, no llego a la oficina.

Bufffff!!!! Y así empezábamos los días, corre, corre, corre, venga, venga, venga, vamos, vamos, vamos… y a trabajar y gracias también por el trabajo, por supuesto; hay personas que no tienen la suerte de tener uno. Pero a la naturaleza humana le va aparejado quejarse por vicio y ¿por qué no? Está claro que cada uno se queja en función de su situación, pocas veces se comparan circunstancias, salvo en contadas ocasiones, esas raras veces que pensamos: ah! pues sí, hay gente que tiene menos que yo. De todos modos, las personas necesitamos descargar ese peso de vez en cuando, pero sí por supuesto que éramos afortunados de tener un trabajo y también en el fondo lo valorábamos, claro que sí, aunque existiera la queja. Nos quejábamos de todo, no solo del trabajo. Como digo, la queja es intrínseca a la naturaleza humana. La crítica también lo es, en mi opinión debería serlo la constructiva (esa siempre) y no la destructiva, aunque eso es otra historia.

Seguimos; nos habíamos quedado en el corre, corre, venga, venga, vamos, vamos.
Pues bueno, llega la tarde. Hola chicos, ¿qué tal el día? ¿La merienda? ¿qué? ¿qué no te gusta? Bueno pues mañana otra, hoy esta. ¿al parque? Pues no porque tenemos que ir a música; sí, ya lo sé, pero hay que acabar lo se empieza y ya falta poco. ¿y deberes? ¿cómo estáis de deberes? Bueno… hay que trabajar más en el cole porque si no luego se hace muy tarde para acabarlos… bla bla bla bla…
Bueno, ale pues ya hemos llegado. Voy a comprar, os recoge el papi.
¡¡Ah ya estáis en casa!! Ale, a la ducha. Bueno, no quieres, pero lavarse hay que lavarse y hay que terminar deberes. ¿tele? Pues no porque hay que cenar ya y no da tiempo. Bueno pues mañana cenaremos pizza, hoy pescado. Venga a la cama y a descansar, soñad cosas preciosas. Ánimo, mañana es viernes y el sábado no hay despertador……………
Y, bueno, habíamos normalizado ese caos, pero éramos conscientes que no podíamos vivir en ese remolino eternamente. ¡Físicamente, faltaban horas!

Y de repente un día…
¿paramos? ¿qué? ¿en serio? ¿confinados? ¿aquí? ¿pero esto no era en China? ¿cuánto tiempo dices? ….
SILENCIO, MIEDO, DESCONCIERTO, INCREDULIDAD …
Y así, los coches dejaron de circular, dejó de escucharse el bullicio de la calle, dejaron de volar los aviones, cayó el precio del barril del petróleo hasta el infinito, cerraron los colegios, solamente trabajos esenciales se mantenían en marcha, empezamos a pensar que los futbolistas ganaban mucho y los sanitarios poco, que no estábamos siendo cuerdos al establecer nuestra escala de valores…
El planeta respiró, respiró mucho porque estaba al borde de los cuidados intensivos, volvieron peces a nadar en aguas que hacía tiempo que ya no eran cristalinas, los niveles de contaminación disminuyeron más de lo que jamás se había conseguido en ninguno de los acuerdos consensuados en ninguna cumbre climática, …

Pero ¿a qué precio? ¡Cuánta gente fallecía cada día! ¡Cuántas vidas se perdían!
Y nos dio tiempo a pensar, ¿pensar? ¿lo hacíamos antes o tampoco teníamos tiempo? Siempre ha sido más fácil escuchar lo que queremos oír y en estos momentos era muy fácil encontrar aquello que queríamos escuchar en cualquier red social. Y puede que sigamos dejándonos llevar y que sigamos escuchando lo que queremos oír. Y volvemos a no pensar, aunque creemos que sí. Y eso es lo peor, que creemos pensar por nosotros mismos y, bueno …

Aprendimos a usar las nuevas tecnologías; ¡las videollamadas del What’s upp!!! ¡guau! Pero al principio también esto era estresante. Deberes, clase virtual, teletrabajo, compaginar horarios, zoom, Skype, classroom ¿el qué? classroom, ¿hoy qué toca? ¿hemos enviado esto? ¿hay que hacer lo otro?…
Sin embargo, en mi caso, estábamos juntos, aprendimos a convivir en casa dentro de un desorden por supuesto, no creo en la perfección, pero dejamos de CORRER.

Y ESO LO NECESITÁBAMOS, vaya si lo necesitábamos.
Y supimos apreciar por unos días solamente, lo que realmente necesitábamos para vivir, resulta que podíamos hacerlo con menos ropa, menos cosas en general… salud y alimentos eran lo más importante. Y sobrevivimos sin aquello que antes no nos parecía superfluo.
Ay, … si fuésemos capaces de recordar algo positivo de esta situación, descubrir y apreciar lo verdaderamente esencial…. pero…. dicen que el hombre es el único animal que es capaz de tropezar dos veces con la misma piedra.
Solamente el tiempo nos dirá. Hay que ser optimistas, si no… ¿qué?

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